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La creatividad de los paisas para todo aquello que implique el doble sentido es bien reconocida en todo el país, las trovas, la música de carrilera del difunto Octavio Mesa y el tradicional humor de vereda, nos dan un poco de aquello que se piensa y no se dice.
Tal vez sea un problema cultural, o sencillamente el paisa sea un mal pensado, pero ¿qué se puede decir cuando invitan a un chapuzón en el Bizcocho, o en El Gallo?
En el municipio de San Rafael, enclavado en el Oriente antioqueño, todo tiene un doble sentido, tal vez inocente, pero doble al fin y al cabo. Y es que no se puede decir que en este municipio de tierra tan caliente como sus habitantes, los nombres de los sitios más concurridos por turistas y foráneos tengan adrede nombres que hagan pensar “cosas”, sólo es que la perspicacia del paisa busca la gracia hasta en las más pequeñas sutilezas del lenguaje.
Sin embargo, si no es por lo menos suspicaz, si es muy curioso que en San Rafael los magníficos balnearios naturales, únicos en su especie en Antioquia, tengan nombres tan sugestivos como El Bizcocho, El Churimbo, y El Gallo, este último coronado por el ya famoso estadero Las Tangas, donde año tras año por los primeros días de enero se celebra el Festival de las Tangas, donde las beldades de los pueblos calientes del Oriente muestran sus cualidades ante cientos de turistas, en el marco de las Fiestas del Río.
Por lo tanto, no es raro, ni siquiera vergonzoso, que los habitantes de este municipio inviten a los visitantes a broncearse en El Bizcocho, a disfrutar el Churimbo, y no faltará tampoco quien convide a subir a Las Tangas para ver El Gallo desde arriba.
Si el viajero no sabe quiénes son las “grillas”, seguramente le indicarán que se pase con mucho cuidado por la Zona Roja, que como en casi todos los pueblos antioqueños encabeza la entrada principal al casco urbano, y que no hace falta especificar de qué se trata, porque si usted es paisa y lee esto, sabrá muy bien, por deducción y por mal pensado de qué se le está hablando.
A pesar de la maldición, que cuentan los habitantes, echó un cura a los libidinosos asistentes del Festival de las Tangas, de la situación de orden público que sufrió esta población y de las ganas de los moralistas de cambiar la tradición; San Rafael sigue siendo frecuentado por cientos de gomosos de los charcos, del sabor de la tierra caliente y de la amabilidad sincera de los habitantes que no se preocupan por los vericuetos del lenguaje.
Ya sabe, si usted visita San Rafael no se sonroje si le preguntan si le gustó el Churimbo, mejor recomiéndelo a sus amigos y dígales que como El Gallo de San Rafael no hay ninguno.
Tal vez sea un problema cultural, o sencillamente el paisa sea un mal pensado, pero ¿qué se puede decir cuando invitan a un chapuzón en el Bizcocho, o en El Gallo?
En el municipio de San Rafael, enclavado en el Oriente antioqueño, todo tiene un doble sentido, tal vez inocente, pero doble al fin y al cabo. Y es que no se puede decir que en este municipio de tierra tan caliente como sus habitantes, los nombres de los sitios más concurridos por turistas y foráneos tengan adrede nombres que hagan pensar “cosas”, sólo es que la perspicacia del paisa busca la gracia hasta en las más pequeñas sutilezas del lenguaje.
Sin embargo, si no es por lo menos suspicaz, si es muy curioso que en San Rafael los magníficos balnearios naturales, únicos en su especie en Antioquia, tengan nombres tan sugestivos como El Bizcocho, El Churimbo, y El Gallo, este último coronado por el ya famoso estadero Las Tangas, donde año tras año por los primeros días de enero se celebra el Festival de las Tangas, donde las beldades de los pueblos calientes del Oriente muestran sus cualidades ante cientos de turistas, en el marco de las Fiestas del Río.
Por lo tanto, no es raro, ni siquiera vergonzoso, que los habitantes de este municipio inviten a los visitantes a broncearse en El Bizcocho, a disfrutar el Churimbo, y no faltará tampoco quien convide a subir a Las Tangas para ver El Gallo desde arriba.
Si el viajero no sabe quiénes son las “grillas”, seguramente le indicarán que se pase con mucho cuidado por la Zona Roja, que como en casi todos los pueblos antioqueños encabeza la entrada principal al casco urbano, y que no hace falta especificar de qué se trata, porque si usted es paisa y lee esto, sabrá muy bien, por deducción y por mal pensado de qué se le está hablando.
A pesar de la maldición, que cuentan los habitantes, echó un cura a los libidinosos asistentes del Festival de las Tangas, de la situación de orden público que sufrió esta población y de las ganas de los moralistas de cambiar la tradición; San Rafael sigue siendo frecuentado por cientos de gomosos de los charcos, del sabor de la tierra caliente y de la amabilidad sincera de los habitantes que no se preocupan por los vericuetos del lenguaje.
Ya sabe, si usted visita San Rafael no se sonroje si le preguntan si le gustó el Churimbo, mejor recomiéndelo a sus amigos y dígales que como El Gallo de San Rafael no hay ninguno.
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